El anonimato en transacciones con criptomonedas (cripto) se ha privilegiado en el mundo digital, pero con el tiempo los peligros asociados a estas prácticas se han puesto de manifiesto.
Regulación global: el fin del anonimato en transacciones cripto
La compra y la realización de transacciones con criptomonedas ha ganado fuerza desde hace más de una década y, en el mundo digital, los intercambios mediante este método se han realizado tradicionalmente de forma anónima. No obstante, riesgos asociados al lavado de dinero y otras actividades ilícitas —incluido el financiamiento a grupos terroristas— propiciaron que los procesos de verificación se endurecieran en este tipo de operaciones a nivel global.
El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI/FATF, por sus siglas en inglés) fue pionero al establecer lineamientos de Know Your Customer (KYC) y Anti-Money Laundering (AML) que hoy aplican en más de 200 jurisdicciones, entre ellas la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, Japón y varios países de América Latina. Estos marcos regulatorios obligan a los brókers e intermediarios financieros —plataformas que facilitan la compra y venta de activos digitales— a recopilar y verificar información clave de los usuarios, como nombre, fecha de nacimiento, dirección y nacionalidad, antes de permitirles abrir una cuenta y realizar transacciones.
Anonimato vs. seguridad: un debate en el ecosistema cripto
Actualmente, la compra de criptomonedas sin verificaciones de identidad KYC es más compleja, aunque existen sectores empecinados en mantener intercambios anónimos al margen de las normas internacionales. La razón es clara: en el ecosistema cripto siempre se ha valorado la privacidad y la rapidez de los movimientos financieros.
Sin embargo, los procedimientos de verificación no buscan únicamente burocratizar, sino proteger a las personas y a las empresas de delitos como el lavado de dinero, el fraude y el robo de identidad. Además, ayudan a los intercambios a mantener relaciones sólidas con instituciones financieras y bancos centrales, que cada vez ponen más filtros para transacciones con grandes montos. Dicho de otra forma: el KYC es una ventaja, pero también es una obligación para que el sistema cripto se mantenga confiable.
El anonimato al que tanto valor se le ha dado en el mundo cripto también ha sido utilizado de forma fraudulenta para estafar a miles de personas en distintos continentes. Casos como el de OneCoin, considerada la mayor estafa piramidal con criptomonedas y que operó desde Bulgaria, o el colapso de FTX en Bahamas en 2022, dejaron en claro la vulnerabilidad de los inversionistas cuando no existe transparencia sobre quién está detrás de los proyectos.
La necesidad de una verificación robusta para proteger a los inversionistas
Más recientemente, en febrero de 2025, el presidente argentino Javier Milei fue protagonista involuntario de un fraude mediático: promocionó la criptomoneda $Libra en la red social X (antes Twitter), provocando que miles de personas invirtieran en un activo que se desplomó apenas una hora después, cuando los desarrolladores retiraron más de 80 millones de dólares. Aunque no fue un fraude “anónimo” en sentido estricto, sí evidenció la relevancia de contar con procesos de verificación de identidad que permitan rastrear con rapidez a los responsables de proyectos dudosos.
Ve a la segura en tus transacciones de criptomonedas
Hoy existen brókers internacionales de gran escala, como Coinbase, Kraken, Binance o Bitstamp, que cumplen con procedimientos de verificación KYC y cuentan con estándares de seguridad exigidos en múltiples jurisdicciones. Sin embargo, los ciberdelitos asociados al criptoactivo evolucionan constantemente, y las herramientas de validación de identidad deben ir un paso adelante.
En este contexto, empresas especializadas como Tu Identidad ofrecen servicios diseñados para reforzar el cumplimiento normativo a nivel global. Sus soluciones incluyen la evaluación de listas negras internacionales, la validación de correos electrónicos, IPs y teléfonos, así como mecanismos anti-spoofing que protegen contra intentos de suplantación. En conjunto con los procedimientos tradicionales de KYC y AML, estas capas adicionales permiten blindar a las instituciones y a los usuarios frente a un ecosistema cripto en el que el anonimato, aunque atractivo, ya no puede ser el único camino.